por no hacerlo al final me arrepentí.
Pero iré.
Conclusión: Haz. Haz. Haz. No dejes nada por hacer. NADA.
La anciana dio un mordisco a su sandwich, masticó lentamente, y no le dijo: "¿Sabes? He aprendido más sobre literatura viendo Lost (Perdidos), que en la mayoría de los libros que he leído en los últimos años. Y han sido muchos". No le dijo que había visto el primer capítulo, ¿cuándo? ¿hace seis años? Y que lo que le fascinó fue la audacia de la forma narrativa. Los magníficos saltos al pasado de los protagonistas, que iban desgranando sus complejas biografías, dosificando el misterio, y a la vez avanzando de forma equilibrada mientras tejía la magnífica telaraña que suspendía a cada paso la incredulidad, la presunción de inocencia. Se acaba de emitir el último capítulo de esta serie que ha ido reclutando "lectores" en todo el mundo, entre mucha gente que no ha leído jamás, pero que sin saberlo ha paladeado a fondo la literatura.
Porque no todo se ha escrito. Y, sobre todo --excúsenme, queridos escritores--, no vale sólo pisar sobre las huellas de las novelas del pasado para ser más "literario". En Lost no hay muchas referencias o citas explícitas a otros libros o, en todo caso, no son determinantes. Y no es que hayan inventado nada, pero los guionistas se han tomado la libertad de introducir y mezclar elementos inconcebibles y convertirlos en intrigas de doble tracción. Han sabido narrar en un lenguaje visual una historia hecha de inquietud y ambigüedad moral. La materia que nos une a lo imaginado.