lunes, 24 de mayo de 2010

Perdidos...

"El joven del flequillo sobre los ojos dijo: "Yo no veo series de televisión, prefiero leer".

La anciana dio un mordisco a su sandwich, masticó lentamente, y no le dijo: "¿Sabes? He aprendido más sobre literatura viendo Lost (Perdidos), que en la mayoría de los libros que he leído en los últimos años. Y han sido muchos". No le dijo que había visto el primer capítulo, ¿cuándo? ¿hace seis años? Y que lo que le fascinó fue la audacia de la forma narrativa. Los magníficos saltos al pasado de los protagonistas, que iban desgranando sus complejas biografías, dosificando el misterio, y a la vez avanzando de forma equilibrada mientras tejía la magnífica telaraña que suspendía a cada paso la incredulidad, la presunción de inocencia. Se acaba de emitir el último capítulo de esta serie que ha ido reclutando "lectores" en todo el mundo, entre mucha gente que no ha leído jamás, pero que sin saberlo ha paladeado a fondo la literatura.

Porque no todo se ha escrito. Y, sobre todo --excúsenme, queridos escritores--, no vale sólo pisar sobre las huellas de las novelas del pasado para ser más "literario". En Lost no hay muchas referencias o citas explícitas a otros libros o, en todo caso, no son determinantes. Y no es que hayan inventado nada, pero los guionistas se han tomado la libertad de introducir y mezclar elementos inconcebibles y convertirlos en intrigas de doble tracción. Han sabido narrar en un lenguaje visual una historia hecha de inquietud y ambigüedad moral. La materia que nos une a lo imaginado.

El capítulo final ha sido como son las buenas novelas, que ven alejarse a un buen amigo. Se quedan dando vueltas para siempre en la mente del lector con preguntas y respuestas que van cambiando a medida que pasa el tiempo. Siempre se podrá volver a la isla inexistente entre Sydney y Los Ángeles. Ese purgatorio donde vivir y morir no significan lo mismo que en los puertos de salida y de llegada. Porque todos estamos muertos, aunque a algunos les toque antes o después. Y porque hay que hacer cuentas y, a ser posible, dejar las deudas saldadas. O porque el amor a primera vista (esa cursilería) no es más que un dejá vu. Señores Damon Lindelof y Carlton Cuse, en efecto, nada es lo que parece. Y aunque las frases precedentes parezcan lugares comunes o perogrulladas, o simples acertijos, el misterio continúa. Esa es la clave. Así es que la anciana terminó de comer junto al joven del flequillo en los ojos, le sonrió y se fue. Que siga leyendo. Siempre habrá tiempo para entrar en la jaula de la isla y no saber si se quiere permanecer dentro o huir. Eso sí, hay que empezar por el primer minuto del primer capítulo de la primera temporada, cuando se abre un ojo. Y prestar mucha atención a cada detalle o frases porque todo puede tener un significado escondido."

Fietta Jarque, blog de El País: Papeles perdidos.

1 comentario:

Maria dijo...

No he querido leer esta entrada hasta ver el final de LOST, por si me destripaba algo. Ya he visto el final de LOST y ya he leído esta entrada. Ambos dan pena. El final de LOST es la cosa más decepcionante que he visto en toda mi vida. Y la tía que ha escrito esto no se ha enterado de nada.