Suena la radio mientras Alicia mira la fotografía de la comunión de Alberto. Ya no es que eche de menos nada, es que la impotencia que siente le nubla el pensamiento, la eleva del suelo. No entiende nada. No sabe por qué a ella. Por qué a ellos. Alberto nunca se queja. Es mas, odia tener que pedir las cosas. Pero a veces lo tiene que hacer, sin decir por favor, eso si. "¿Acaso pides tu por favor rascarte la oreja? ¿Acaso pides tu por favor ir al baño?", suele comentar. Nunca nadie sabrá lo que se le pasa por la cabeza, la sensación de limitación que se le agarra al corazón y se lo retuerce, la sensación de no poder hacer, de no tener la oportunidad de hacer. La distrofia le sorprendió con 7 años, y ahora con 14 únicamente le permite mover las manos y la cabeza. Parece que la falta de movilidad de su cuerpo aviva la actividad de su mente. Mil veces tiene sueños en los que todo se soluciona. Mil veces se levanta y sale a jugar al fútbol. Millones de veces piensa lo que haría si ..., o lo que haría si no... Pero noche tras noche se levanta en la misma posición en la que se durmió. Alicia cuida de él sola. Se levanta a las seis de la mañana para levantarle, vestirle, asearle, darle de desayunar, llevarle al colegio y marcharse a trabajar ocho horas en el comedor. Por la tarde lo mismo. Por la noche peor. Cada día es una lucha contra las circunstancias. Una lucha en la que solo las ganas de vivir les permiten ganar. Solo eso. Porque todo lo demás está en su contra. Nadie les ayuda. Nadie les da nada. La gente únicamente se limita a decir que es lo normal, que quien mejor que una madre para cuidar a su hijo. Esta gente ni se imagina lo que dice, ni se lo puede llegar a imaginar.
2 comentarios:
escribe algo alegre anda...por favor..
pd. alicia y alberto??
uff por dios estoy de acuerdo con "Chirimoya"
Publicar un comentario